jueves, agosto 17, 2006

Marathon (Saga) 2003

Incombustibles. Con este ya son quince los álbumes de estudio de los canadienses Saga, desde que se formaron en 1977 en la ciudad de Toronto, bajo el nombre de Pocket.

La definición de su estilo siempre ha dado paso a discusiones, y es que hacen música de una manera muy personal y todos sus discos son inconfundibles, con sólo oír una pequeña parte de alguno de ellos ya sabes que esos son los Saga. Para poder orientarte te diré que se les acaba encasillando generalmente como rock progresivo, pero si eres adicto a este estilo puedes no estar de acuerdo, ya que no practican un progresivo puro.

Sus dos discos anteriores fueron “Full circle” (1999) y “House of cards” (2001), y hago referencia a ellos porque “Marathon” sigue con la tendencia marcada en estos trabajos. Por ello notaremos que la forma de trabajo es más fiel a los principios de la banda y no hacen arriesgadas experimentaciones como en otras ocasiones hicieron.

En Marathon encontrarás una interpretación actual del estilo clásico, obteniendo como resultado unos temas frescos y fáciles de escuchar.

La labor en los teclados es excelente y consigue crear las mejores atmósferas posibles para cada ocasión. Después de todo, las atmósferas han sido siempre una de las principales características de la banda, juntamente con la voz clara y muy personal de Michael Sadler. Precisamente la voz es uno de los elementos principales del álbum.

Las guitarras muestran en gran cantidad de ocasiones su faceta más dura con sonidos heavy y la batería mantiene un ritmo muy continuo que junto con el bajo consigue ese toque clásico.

Entre los once temas de los que se compone Marathon se encuentran tres entregas más de sus tradicionales temas-capítulo.

El primero que encontramos es el capítulo 14, al que llaman "Streets of gold", que empieza con una atmósfera con unos teclados sencillos y algo surrealistas, la cual no tarda en ser quebrantada por la guitarra con un ritmo rockero. Pero la voz y los teclados no tardan en hacerse protagonistas, situando a la guitarra en un plano secundario limitándose a alternar y repetir, hasta que se deshace de esa opresión para mostrar su maestría.

Respetando el orden de los temas, el segundo capítulo que encontramos es el número doce, y se titula “You know I know”. La canción muestra un diálogo entre susurros y la melodía de Michael Sadler, que transcurre bajo la supervisión de guitarras y teclados muy progresivos, hasta que llega el sencillo y atractivo estribillo que simplemente menciona el nombre del tema. Después de esto guitarra y teclados se lucen con un ambiente que comparte frescura y tensión.

“Worlds apart” cierra el disco, siendo el capítulo dieciséis. Empieza con unos coros y guitarra que te harán pensar que se trata de un cuento para niños, pero rompe esa sensación con unas guitarras contundentes y una voz con mucho ritmo. La melodía del tema es muy atractiva y posiblemente hará que vuelvas a escuchar el álbum entero sin dejar pasar ni un minuto.

Los temas, aún estar siempre en la misma línea, son bastante diferentes. “Hands up” es uno de los más destacables y en él se muestra de forma clara ese sonido tan clásico adaptado para los tiempos modernos. Lo mismo encontramos en el tema “Return to forever” en el que, además, las guitarras suenan metaleras.

Lástima que con tan buen panorama encontremos elementos no tan atractivos. Me refiero a la faceta más popera mostrada en los temas “Rise and shine” y “Breathing lessons”, que sin duda hará que muchos pasen por alto estas canciones cuando las escuchen.

Andrés Lorenzo (Crimson)