viernes, julio 28, 2006

Surfin’ Tenochtitlan (Los Coronas) 2006

El rock en España está relegado al ‘underground’ perpetuo. Si hablamos de instrumental sobran las disertaciones. Pero a veces las cosas caen por su peso: el tiempo las pone en su lugar. A mediados de los noventa Quentin Tarantino consiguió con ‘Pulp fiction’ que sus imágenes impulsaran comercialmente el rock and roll surfero. De repente, muchos se interesaron sin extrañeza por los discos de Dick Dale. Algunos años antes, en 1991, Fernando Pardo y su séquito (la columna vertebral de Sex Museum) formaron Los Coronas, la primera banda hispana que practicaba música surf.

Quince años que ahora aparecen resumidos en ‘Surfin’ Tenochtitlan’ (Gaztelupeko Hotsak, 2006), un recopilatorio apetitoso, ya no sólo por reunir material difícil de encontrar, sino porque todas las canciones han sido grabadas de nuevo. Óscar Ibarra se incorpora con su trompeta y Néstor “El Chivo” aporta percusiones, con lo que cortes como ‘Youza’ o ‘Supertubos’ suenan todavía más poderosos. Además, abre el disco la versión inédita de ‘Polk salad Annie’, original de Tony Joe White.

La imaginería azteca de la portada responde a la conexión latina con el rock and roll. Es un paseo por los paisajes del surf. Las playas, el desierto, la carretera, la cerveza fresca… No se puede decir más sin un cantante, ¿quién lo necesita? El líder y guitarrista Fernando Pardo es una enciclopedia sonora, un catedrático del rock bien entendido y un sagaz disparador de riffs. Los Coronas limpian, fijan y dan esplendor a una tradición musical chispeante, que tiene sus referencias básicas en aquellos años cincuenta y sesenta de seriales policíacos en televisión y en las canciones de The Ventures, The Sentinals...

En México pueden permitirse giras y honores, mientras que en España apenas costean el estudio de grabación con los bolos. Pero que nadie se engañe. Los Coronas no es un grupo de serie B. En semejante tesitura están Los Straitjackets, abanderados del género en Estados Unidos desde hace dos décadas, que confiesan en ‘petit comité’ la supremacía de los madrileños. Y todo un gurú radiofónico de la costa californiana como Phil Dirt también está en la cola de aduladores de Los Coronas.

Las viandas están servidas. Prueben el diálogo a las seis cuerdas de Fernando Pardo y David Krahe (apellidos genealógicos y músicos de pedigrí), al vigoroso Javi Vacas en el bajo, o los ritmos convulsos del baterista Roberto Loza. Sienta bien esta ración de Los Coronas. Es la música que convierte en buenos los malos ratos y que hace aún mejores los días de sol. ¡Porque la vida puede ser maravillosa!.

Eduardo Tébar