Concierto de PAL y Remate (Granada 10/06/2006)
Músicas del limbo
El sello independiente Limbo Starr tiene una nómina de artistas tan reducida como selecta. Si Nacho Vegas y Maga disfrutan (y a Dios gracias) del mecenazgo del ‘indie’ estatal, el solista Remate y el grupo PAL están en ese punto sufrido de la marginalidad estilística: son refractarios y no anuncian buenas nuevas. Algo que, al parecer, no casa mucho con estos tiempos de apadrinamientos radiales y tendencias monocromas.
Tanto Remate como PAL venían a Granada directamente desde el estudio-vivienda que tiene en El Puerto de Santa María Paco Loco, que es probablemente el hombre con menos días de vacaciones de este país. La sintonía entre ambos, pese a lo diferente de sus músicas, hace que el primero complete su mini banda con instrumentistas de PAL y que éstos recurran al barbudo para “rematar” sus ‘Canciones hacia el fin de una especie’.
Remate es un cantante, guitarrista y pianista que, con un perfecto inglés, cuenta historias poco agradables en las que pasea la sordidez y los tabúes del junco de la vida. Y para hacerlo adopta las maneras propias del blues y del country: ha reconocido que de mayor quiere ser como Johnny Cash. También le debe ayudar su refinada formación por tierras galesas y norteamericanas, con magisterios como los de Elvis Costello o John Cale.
Se dejó en casa la guitarra acústica, omnipresente en sus, por momentos, almibaradas grabaciones, que siempre dan ‘profundidad de campo’ para otros efectos sensoriales. Con la eléctrica redujo el éter de sus discos a un sonido tosco y recrudecido, que embelesó con inquietas secuencias de acordes y que a uno le recordaba a ese dúo explosivo de Ohio llamado The Black Keys.
Por su parte, PAL no ayudan a arrancar una sonrisa, aunque tampoco lo pretenden. Su discurso gira conceptualmente en torno al masoquismo de la humanidad, lo que se ha convertido en el denominador común de una pléyade española en la que también están Manta Ray y El Columpio Asesino. Son nuestros roqueros más pretenciosos, pero también los que están presentando los artefactos más valientes e inteligentes.
En su directo lo que hay es mucho ruido, prolongados arpegios subyacentes y una batería de gran expresionismo. Y es que la escuela alemana de Can y Neu! sigue siendo una fuente inagotable de ideas y modernidad. Más allá de la canción ripiosa: Remate y PAL desde el limbo.
Eduardo Tébar
El sello independiente Limbo Starr tiene una nómina de artistas tan reducida como selecta. Si Nacho Vegas y Maga disfrutan (y a Dios gracias) del mecenazgo del ‘indie’ estatal, el solista Remate y el grupo PAL están en ese punto sufrido de la marginalidad estilística: son refractarios y no anuncian buenas nuevas. Algo que, al parecer, no casa mucho con estos tiempos de apadrinamientos radiales y tendencias monocromas.
Tanto Remate como PAL venían a Granada directamente desde el estudio-vivienda que tiene en El Puerto de Santa María Paco Loco, que es probablemente el hombre con menos días de vacaciones de este país. La sintonía entre ambos, pese a lo diferente de sus músicas, hace que el primero complete su mini banda con instrumentistas de PAL y que éstos recurran al barbudo para “rematar” sus ‘Canciones hacia el fin de una especie’.
Remate es un cantante, guitarrista y pianista que, con un perfecto inglés, cuenta historias poco agradables en las que pasea la sordidez y los tabúes del junco de la vida. Y para hacerlo adopta las maneras propias del blues y del country: ha reconocido que de mayor quiere ser como Johnny Cash. También le debe ayudar su refinada formación por tierras galesas y norteamericanas, con magisterios como los de Elvis Costello o John Cale.
Se dejó en casa la guitarra acústica, omnipresente en sus, por momentos, almibaradas grabaciones, que siempre dan ‘profundidad de campo’ para otros efectos sensoriales. Con la eléctrica redujo el éter de sus discos a un sonido tosco y recrudecido, que embelesó con inquietas secuencias de acordes y que a uno le recordaba a ese dúo explosivo de Ohio llamado The Black Keys.
Por su parte, PAL no ayudan a arrancar una sonrisa, aunque tampoco lo pretenden. Su discurso gira conceptualmente en torno al masoquismo de la humanidad, lo que se ha convertido en el denominador común de una pléyade española en la que también están Manta Ray y El Columpio Asesino. Son nuestros roqueros más pretenciosos, pero también los que están presentando los artefactos más valientes e inteligentes.
En su directo lo que hay es mucho ruido, prolongados arpegios subyacentes y una batería de gran expresionismo. Y es que la escuela alemana de Can y Neu! sigue siendo una fuente inagotable de ideas y modernidad. Más allá de la canción ripiosa: Remate y PAL desde el limbo.
Eduardo Tébar
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