Jerry González y Jorge Pardo: velada con sabor (Granada 02/06/2007)
(Sala La Telonera de Armilla, Granada, 2 de junio de 2007)
Dos titanes del jazz. Dos mundos encontrados. Una pareja de talentos de grueso calibre, con inquietudes similares y gusto por la mezcla. El trompetista neoyorquino Jerry González y el saxofonista madrileño Jorge Pardo se reunieron en La Telonera, sala residencial para el primero, acostumbrado a tocar en Granada dos o tres veces al año. En esta ocasión, como todas, rezumando el aforo hasta la gota gorda.
El calor humano, constante en los conciertos de Jerry González, se une al ardor de sus actuaciones, cuya pureza se debe al compromiso intratable de experimentar hasta la anarquía. Desde su instalación en España, a rebufo de la película ‘Calle 54’, de Fernando Trueba, ha hecho de la mezcolanza una condición obligada. Entre ‘jazzeros’, flamencos y roqueros, Jerry busca infatigable “la clave” de la reinvención. Es un corsario de voz ajada y desafiante, “el último pirata del Caribe”, como le llamó el cineasta. Y así, siempre con modernas gafas de sol en lugar de parche, navega por el Atlántico con la obsesiva conquista de la música afroamericana.
Un ojo puesto en ‘Sketches of Spain’, que grabó Miles Davis inspirado en nuestra Semana Santa. El otro, en la libación del guaguancó cubano. La puesta de largo de Jerry González, ya sea con una ‘Big’ o una ‘Small Flamenco Band’, se nutre, por definición, del maridaje de la rítmica colorida con la tradición ‘bebop’ de Charlie Parker y Thelonious Monk, a quienes versiona con increíble rebrotar latino.
Este segundo ‘show’ anual de Jerry en Granada fue menos flamenco y menos eléctrico que los anteriores, aunque se eche de menos otra ‘jam’ con el portentoso guitarrista israelí Dan Ben Lior, habitual durante el invierno pasado en los locales de la ciudad. En cambio, Jorge Pardo llegó tras una fructífera etapa con Chick Corea y fue aplaudido con verdadera ansiedad. Sentado, a las órdenes del jefe filibustero, insertó su saxofón y su flauta dibujando tonalidades sobre la acelerada base festiva de la banda. Tinturas de ‘latin-jazz’ y bulerías que provocaron agitados sudores en La Telonera.
Jorge Pardo contemplaba el ambiente, se deleitaba, esperaba la aprobación de Jerry González y después intervenía. Y es que Jerry exige, eso sí, un minucioso buen hacer y abronca al que se despista. ¡Incluso si es del público!
Además de sus conocidas trompetas con sordina, Jerry González incrementó el ajetreo tocando el cajón, llegando a haber cuatro percusiones simultáneas. Junto al baterista Kike Ferrer como motor multilingüe, a quien vimos en ‘Habana Blues’, y una tercera estrella de la noche, Javier Massó, bautizado por Enrique Morente como ‘Caramelo de Cuba’. Massó es una de las mayores eminencias del piano que hay en el mundo, un mulato de sonsonetes ebrios y costeros. Ante la presencia de treintañeros ávidos de excitación, con un exquisito como Jorge Pardo y un calavera como Jerry González, imagínense la que se lió. Un banquete musical rico, rico.
Eduardo Tébar
Dos titanes del jazz. Dos mundos encontrados. Una pareja de talentos de grueso calibre, con inquietudes similares y gusto por la mezcla. El trompetista neoyorquino Jerry González y el saxofonista madrileño Jorge Pardo se reunieron en La Telonera, sala residencial para el primero, acostumbrado a tocar en Granada dos o tres veces al año. En esta ocasión, como todas, rezumando el aforo hasta la gota gorda.
El calor humano, constante en los conciertos de Jerry González, se une al ardor de sus actuaciones, cuya pureza se debe al compromiso intratable de experimentar hasta la anarquía. Desde su instalación en España, a rebufo de la película ‘Calle 54’, de Fernando Trueba, ha hecho de la mezcolanza una condición obligada. Entre ‘jazzeros’, flamencos y roqueros, Jerry busca infatigable “la clave” de la reinvención. Es un corsario de voz ajada y desafiante, “el último pirata del Caribe”, como le llamó el cineasta. Y así, siempre con modernas gafas de sol en lugar de parche, navega por el Atlántico con la obsesiva conquista de la música afroamericana.
Un ojo puesto en ‘Sketches of Spain’, que grabó Miles Davis inspirado en nuestra Semana Santa. El otro, en la libación del guaguancó cubano. La puesta de largo de Jerry González, ya sea con una ‘Big’ o una ‘Small Flamenco Band’, se nutre, por definición, del maridaje de la rítmica colorida con la tradición ‘bebop’ de Charlie Parker y Thelonious Monk, a quienes versiona con increíble rebrotar latino.
Este segundo ‘show’ anual de Jerry en Granada fue menos flamenco y menos eléctrico que los anteriores, aunque se eche de menos otra ‘jam’ con el portentoso guitarrista israelí Dan Ben Lior, habitual durante el invierno pasado en los locales de la ciudad. En cambio, Jorge Pardo llegó tras una fructífera etapa con Chick Corea y fue aplaudido con verdadera ansiedad. Sentado, a las órdenes del jefe filibustero, insertó su saxofón y su flauta dibujando tonalidades sobre la acelerada base festiva de la banda. Tinturas de ‘latin-jazz’ y bulerías que provocaron agitados sudores en La Telonera.
Jorge Pardo contemplaba el ambiente, se deleitaba, esperaba la aprobación de Jerry González y después intervenía. Y es que Jerry exige, eso sí, un minucioso buen hacer y abronca al que se despista. ¡Incluso si es del público!
Además de sus conocidas trompetas con sordina, Jerry González incrementó el ajetreo tocando el cajón, llegando a haber cuatro percusiones simultáneas. Junto al baterista Kike Ferrer como motor multilingüe, a quien vimos en ‘Habana Blues’, y una tercera estrella de la noche, Javier Massó, bautizado por Enrique Morente como ‘Caramelo de Cuba’. Massó es una de las mayores eminencias del piano que hay en el mundo, un mulato de sonsonetes ebrios y costeros. Ante la presencia de treintañeros ávidos de excitación, con un exquisito como Jorge Pardo y un calavera como Jerry González, imagínense la que se lió. Un banquete musical rico, rico.
Eduardo Tébar
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