Se veía venir
No es ningún secreto que el mundo de las nuevas tecnologías está en efervescencia y que los soportes, inevitablemente, mutan. Algunos románticos, que todavía disfrutamos limpiando los surcos del vinilo, nos resistimos a que nos quiten el ‘arte’ gráfico de las portadas. ¡Bastante que nos aguantamos con la reproducción en miniatura de los cedés!
Pero estos días circundan una serie de medidas que conducen al fatal desenlace para todo melómano: la destrucción del disco. El mp3 ha preparado el terreno durante mucho tiempo para lo que se avecina. Ahora la gente escucha muchísima música –claro, es gratis–. Lo hacen en el ordenador, en el iPod y hasta en el teléfono móvil. La práctica, o al menos sus cauces, son, en teoría, ilegales. Ya… pero implacables. Si no puedes contra el enemigo, únete a él.
Eso es lo que deben haber pensado los sabios de Amazon. Siguiendo la estela de Virgin y Fnac en Francia, así como la de Steve Jobs –capitán del trasatlántico Apple–, el titán de la venta on line prepara el golpe de gracia. ¿Cómo? Eliminando el DRM. ¿Qué? O sea, el último rescoldo jurídico que hasta el momento chinchaba a usuarios piratillas y a las propias compañías. Sin gestión de derechos digitales, los títulos quedan libres, ligeros en la red como los peces en el agua. Nueva infraestructura, nuevas consecuencias.
Habrá quien piense que con esto se democratiza la cultura, que es el modelo comunal del arte, como me dijo el otro día un amigo –músico y piratilla, las dos cosas–. La multinacional Emi se va a mojar hasta el cuello. Si la cosa funciona, le secundarán otras tantas. Y las independientes –qué remedio– van a entrar al trapo. Mientras, iTunes, Amazon o Apple desplegarán las redes de la publicidad sobre nosotros: el target más extenso, inteligente y revolucionario del mundo.
No obstante, uno gusta del placer visual de la estantería preñada de álbumes. Lo siento, no me imagino un disco que se ideó sin cortes entre tracks, como Stg. Peppers, despojado de su envoltorio y segmentado en partículas invisibles. ¡La portada de Peter Blake también es arte! Por cierto, que el trabajo de los Beatles en cuestión cumple 40 tacos ahora. Espero que Paul McCartney tuviera razón en aquel tema esperanzador –Getting better– y todo sea para bien.
Eduardo Tébar
Pero estos días circundan una serie de medidas que conducen al fatal desenlace para todo melómano: la destrucción del disco. El mp3 ha preparado el terreno durante mucho tiempo para lo que se avecina. Ahora la gente escucha muchísima música –claro, es gratis–. Lo hacen en el ordenador, en el iPod y hasta en el teléfono móvil. La práctica, o al menos sus cauces, son, en teoría, ilegales. Ya… pero implacables. Si no puedes contra el enemigo, únete a él.
Eso es lo que deben haber pensado los sabios de Amazon. Siguiendo la estela de Virgin y Fnac en Francia, así como la de Steve Jobs –capitán del trasatlántico Apple–, el titán de la venta on line prepara el golpe de gracia. ¿Cómo? Eliminando el DRM. ¿Qué? O sea, el último rescoldo jurídico que hasta el momento chinchaba a usuarios piratillas y a las propias compañías. Sin gestión de derechos digitales, los títulos quedan libres, ligeros en la red como los peces en el agua. Nueva infraestructura, nuevas consecuencias.
Habrá quien piense que con esto se democratiza la cultura, que es el modelo comunal del arte, como me dijo el otro día un amigo –músico y piratilla, las dos cosas–. La multinacional Emi se va a mojar hasta el cuello. Si la cosa funciona, le secundarán otras tantas. Y las independientes –qué remedio– van a entrar al trapo. Mientras, iTunes, Amazon o Apple desplegarán las redes de la publicidad sobre nosotros: el target más extenso, inteligente y revolucionario del mundo.
No obstante, uno gusta del placer visual de la estantería preñada de álbumes. Lo siento, no me imagino un disco que se ideó sin cortes entre tracks, como Stg. Peppers, despojado de su envoltorio y segmentado en partículas invisibles. ¡La portada de Peter Blake también es arte! Por cierto, que el trabajo de los Beatles en cuestión cumple 40 tacos ahora. Espero que Paul McCartney tuviera razón en aquel tema esperanzador –Getting better– y todo sea para bien.
Eduardo Tébar
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home