Concierto de Máscara (Granada 20/01/2007)
Nuevos tiempos (Planta Baja, Granada, 20/01/2007)
Por fin. El debut discográfico de Máscara es una realidad después de que, en el lejano 2005, ganaran el concurso Arte y Creación Joven del IAJ con el premio de la publicación. El álbum que la banda granadina presentó en un Planta Baja repleto se procesó de manera larga y puntillosa. En parte porque, para registrar la complejidad de su sonido, buscaron los estudios de grabación más cualificados (y solicitados) de la zona: El Refugio Antiaéreo y Producciones Peligrosas. Jota (Los Planetas) se fijó en ellos y por eso lanzan Imaginarium a través de El Ejército Rojo con la distribución de Pias.
Pero han tenido que pasar ocho años desde su formación: el tiempo tiene una cadencia muy particular en Máscara. Otros tiran la toalla. Ellos decidieron sacar adelante un grupo de rock mientras iban al instituto y a la universidad. Se han hecho mayores, aunque estos temas han crecido con ellos; retienen las ideas, los chispazos de genialidad y también las insatisfacciones del veinteañero moderno. Empezaron cuando Pearl Jam, Jeff Buckley y Radiohead eran mitos (unos más vivientes que otro), y eso les convenció de que no estaba todo inventado.
El lleno de la sala tenía el merito añadido de doblegar a la competencia. Dos calles más abajo actuaba el mismísimo 'Honest' John Plain, uno de los nombres más dorados y refulgentes de la historia del punk-rock británico. El fundador de The Boys o The Crybabys, respaldado por Antonio Arias y demás rockers procedentes de Barcelona, era un reclamo de sobrado peso específico.
El caso es que Máscara jugaron con la ventaja de participar en casa. Ahora bien, el público observaba el concierto con un silencio que excedía la contemplación respetuosa. Es de suponer que los allí presentes, entre los que había compañeros generacionales como Alice Moon, Diciembre, Chicago Rails, o los propios Expertos Solynieve, no cumplieron con la preceptiva escucha del trabajo. Menos mal que el cantante y guitarrista Nöel Ruíz tiene un gracejo natural, humilde, que suple lo difuso del mensaje escénico. Y la intervención sorpresiva de un quinteto de percusión, invitados para la ocasión, acabó por trabar el ritmo en los asistentes.
Seamos comprensivos. Imaginarium pasa por ser un estreno demasiado contundente y arriesgado para lo habitual en nuestro rock. Inverosímiles riffs y solos de guitarra en ejercicio de brain-storming por parte de Nöel y la finlandesa Jutta Järvenpää. El aperturismo instrumental, experimental y multiétnico de Santi Ramal, que se encarga de matizar percusiones, colorear el ambiente con teclados de juguete y soltar humo del djeridoo.
Dani Martínez es un enérgico bajista y elegante pianista de carrera. Y el batería Juan Manuel Melchor lleva lo suyo por herencia sanguínea, fue discípulo de Erik Jiménez y –todavía más– se dedica a la investigación del binomio música-matemáticas. Una rara avis, que decían los romanos.
Añadan la actitud del sexteto, absolutamente ajenos al reparto promocional y enemigos de la estandarización de fórmulas. Reivindican a Lagartija Nick, a Sou Edipo y a sus colegas Alice Moon. Y les gustaría, si fuera posible, parecerse a Slint: que alguien les imitara dentro de quince años.
Con estos ingredientes entenderán el abigarramiento caótico de Máscara. Llevar su música al directo requiere un importante galimatías logístico. Tanto que el mismo Pablo Sánchez (artífice del sonido de El Refugio Antiaéreo y de Enrique Morente) se trasladó a Planta Baja para dirigir la labor de mesa.
Y ellos, mientras, ponían sobre el tapete su orquesta eléctrica, con emotivas dosis de sinfonismo (Suco, Función de despedida), rabia (La técnica de Kaito, Mosca) y persistencia en estructuras imposibles (11/8). El tiempo, señores, que es diferente en Máscara.
Eduardo Tébar
Por fin. El debut discográfico de Máscara es una realidad después de que, en el lejano 2005, ganaran el concurso Arte y Creación Joven del IAJ con el premio de la publicación. El álbum que la banda granadina presentó en un Planta Baja repleto se procesó de manera larga y puntillosa. En parte porque, para registrar la complejidad de su sonido, buscaron los estudios de grabación más cualificados (y solicitados) de la zona: El Refugio Antiaéreo y Producciones Peligrosas. Jota (Los Planetas) se fijó en ellos y por eso lanzan Imaginarium a través de El Ejército Rojo con la distribución de Pias.
Pero han tenido que pasar ocho años desde su formación: el tiempo tiene una cadencia muy particular en Máscara. Otros tiran la toalla. Ellos decidieron sacar adelante un grupo de rock mientras iban al instituto y a la universidad. Se han hecho mayores, aunque estos temas han crecido con ellos; retienen las ideas, los chispazos de genialidad y también las insatisfacciones del veinteañero moderno. Empezaron cuando Pearl Jam, Jeff Buckley y Radiohead eran mitos (unos más vivientes que otro), y eso les convenció de que no estaba todo inventado.
El lleno de la sala tenía el merito añadido de doblegar a la competencia. Dos calles más abajo actuaba el mismísimo 'Honest' John Plain, uno de los nombres más dorados y refulgentes de la historia del punk-rock británico. El fundador de The Boys o The Crybabys, respaldado por Antonio Arias y demás rockers procedentes de Barcelona, era un reclamo de sobrado peso específico.
El caso es que Máscara jugaron con la ventaja de participar en casa. Ahora bien, el público observaba el concierto con un silencio que excedía la contemplación respetuosa. Es de suponer que los allí presentes, entre los que había compañeros generacionales como Alice Moon, Diciembre, Chicago Rails, o los propios Expertos Solynieve, no cumplieron con la preceptiva escucha del trabajo. Menos mal que el cantante y guitarrista Nöel Ruíz tiene un gracejo natural, humilde, que suple lo difuso del mensaje escénico. Y la intervención sorpresiva de un quinteto de percusión, invitados para la ocasión, acabó por trabar el ritmo en los asistentes.
Seamos comprensivos. Imaginarium pasa por ser un estreno demasiado contundente y arriesgado para lo habitual en nuestro rock. Inverosímiles riffs y solos de guitarra en ejercicio de brain-storming por parte de Nöel y la finlandesa Jutta Järvenpää. El aperturismo instrumental, experimental y multiétnico de Santi Ramal, que se encarga de matizar percusiones, colorear el ambiente con teclados de juguete y soltar humo del djeridoo.
Dani Martínez es un enérgico bajista y elegante pianista de carrera. Y el batería Juan Manuel Melchor lleva lo suyo por herencia sanguínea, fue discípulo de Erik Jiménez y –todavía más– se dedica a la investigación del binomio música-matemáticas. Una rara avis, que decían los romanos.
Añadan la actitud del sexteto, absolutamente ajenos al reparto promocional y enemigos de la estandarización de fórmulas. Reivindican a Lagartija Nick, a Sou Edipo y a sus colegas Alice Moon. Y les gustaría, si fuera posible, parecerse a Slint: que alguien les imitara dentro de quince años.
Con estos ingredientes entenderán el abigarramiento caótico de Máscara. Llevar su música al directo requiere un importante galimatías logístico. Tanto que el mismo Pablo Sánchez (artífice del sonido de El Refugio Antiaéreo y de Enrique Morente) se trasladó a Planta Baja para dirigir la labor de mesa.
Y ellos, mientras, ponían sobre el tapete su orquesta eléctrica, con emotivas dosis de sinfonismo (Suco, Función de despedida), rabia (La técnica de Kaito, Mosca) y persistencia en estructuras imposibles (11/8). El tiempo, señores, que es diferente en Máscara.
Eduardo Tébar
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home