Concierto de The Meteors (Granada 08/01/2007)
Locura meteórica (Planta Baja, Granada, 08/01/2007)
Los británicos The Meteors, liderados por el carismático Paul Fenech, inauguraron el año de conciertos en Granada. La ciudad está cerrando los últimos ejercicios con una media de 1.500 actuaciones. Esta primera fiesta grande de 2007 corrió a cargo del trío inglés, que se encontró la sala Planta Baja casi llena y caliente en una noche de lunes para su única fecha andaluza.
Antes habían subido el termómetro los almerienses Los Sucios, que vienen practicando punk-rock desde hace cuatro años. Después los granadinos KO3, propuesta integrada por veteranos de la escena local (proceden de Pink Flamingos, Holefuckers, 500 Perros…), cuyo vocalista, Malo Morano, encandiló con sus maneras exuberantes. Bajó a cantar (o ladrar) entre el público un bestiario de canciones, herederas del extremismo del hardcore old school y de los compases sucios de Motorhead y Eddie Cochran, al que recordaron con "C’mon everybody".
The Meteors vinieron a celebrar sus 25 años de carrera. El aniversario fue breve –tocaron una hora– pero intenso. Los rockers congregados querían un espectáculo sudoroso y lo tuvieron. Frente a la fauna de cueros y tupés, el ultra tatuado Paul Fenech desprendió su habitual chulería. Él está de vuelta de todo. En 1980 creó el grupo mientras sufría el desprecio de la comunidad rockabilly de Londres, donde pocos aceptaban su corrupción de un estilo clásico con las disonancias del punk. Así parió el psychobilly.
Sus seguidores tienen un lema: Sólo los Meteors son puro psychobilly. Ellos, en efecto, apoyan la proclama; la han registrado como marca comercial. Son los reyes y pioneros del subgénero. La escasísima voz de Paul Fenech, a través de su dicción ininteligible, intenta mitificar los lugares comunes de Easy raider, o sea, la Harley y el nacido para ser salvaje. Y no es broma: lleva un cuarto de siglo entregado a la vida disoluta. Representa la fracción estética más turbia y macabra del rock & roll.
Cuando canta ajado y toca esa guitarra en permanente distorsión, ventila esquirlas cortantes. Fenech tiene el efecto de una navaja automática. Convierte en héroes a personajes sombríos. En su galería de los horrores se encuentran los asesinos Charles Manson y Mark Chapman (el que disparó a John Lennon). Llámenle herético, que él saca la lengua con cara de poseso.
Esa literatura negra resulta infalible con el bombeo del contrabajo y la cadena de acordes infectados de ruido. Tocaban Fire, fire y el público ardía. Poco importaban los errores de ejecución. Con más de 3.500 conciertos a sus espaldas y una veintena de discos grabados en vivo, saben que su esencia es la actitud. Lo de Granada fue una ceremonia infernal, en conexión directa con el show que Texas Terri ofreció hace tres meses en el mismo recinto.
Eduardo Tébar
Los británicos The Meteors, liderados por el carismático Paul Fenech, inauguraron el año de conciertos en Granada. La ciudad está cerrando los últimos ejercicios con una media de 1.500 actuaciones. Esta primera fiesta grande de 2007 corrió a cargo del trío inglés, que se encontró la sala Planta Baja casi llena y caliente en una noche de lunes para su única fecha andaluza.
Antes habían subido el termómetro los almerienses Los Sucios, que vienen practicando punk-rock desde hace cuatro años. Después los granadinos KO3, propuesta integrada por veteranos de la escena local (proceden de Pink Flamingos, Holefuckers, 500 Perros…), cuyo vocalista, Malo Morano, encandiló con sus maneras exuberantes. Bajó a cantar (o ladrar) entre el público un bestiario de canciones, herederas del extremismo del hardcore old school y de los compases sucios de Motorhead y Eddie Cochran, al que recordaron con "C’mon everybody".
The Meteors vinieron a celebrar sus 25 años de carrera. El aniversario fue breve –tocaron una hora– pero intenso. Los rockers congregados querían un espectáculo sudoroso y lo tuvieron. Frente a la fauna de cueros y tupés, el ultra tatuado Paul Fenech desprendió su habitual chulería. Él está de vuelta de todo. En 1980 creó el grupo mientras sufría el desprecio de la comunidad rockabilly de Londres, donde pocos aceptaban su corrupción de un estilo clásico con las disonancias del punk. Así parió el psychobilly.
Sus seguidores tienen un lema: Sólo los Meteors son puro psychobilly. Ellos, en efecto, apoyan la proclama; la han registrado como marca comercial. Son los reyes y pioneros del subgénero. La escasísima voz de Paul Fenech, a través de su dicción ininteligible, intenta mitificar los lugares comunes de Easy raider, o sea, la Harley y el nacido para ser salvaje. Y no es broma: lleva un cuarto de siglo entregado a la vida disoluta. Representa la fracción estética más turbia y macabra del rock & roll.
Cuando canta ajado y toca esa guitarra en permanente distorsión, ventila esquirlas cortantes. Fenech tiene el efecto de una navaja automática. Convierte en héroes a personajes sombríos. En su galería de los horrores se encuentran los asesinos Charles Manson y Mark Chapman (el que disparó a John Lennon). Llámenle herético, que él saca la lengua con cara de poseso.
Esa literatura negra resulta infalible con el bombeo del contrabajo y la cadena de acordes infectados de ruido. Tocaban Fire, fire y el público ardía. Poco importaban los errores de ejecución. Con más de 3.500 conciertos a sus espaldas y una veintena de discos grabados en vivo, saben que su esencia es la actitud. Lo de Granada fue una ceremonia infernal, en conexión directa con el show que Texas Terri ofreció hace tres meses en el mismo recinto.
Eduardo Tébar
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