Concierto de Andrés Calamaro y Fito & Fitipaldis (Barcelona 28/07/2007)
Despedida y cierre de la gira “2 son multitud”
Los conciertos de “2 son multitud”, la gira conjunta de Andrés Calamaro y Fito & Fitipaldis organizada, a priori, para reivindicar el rock en castellano, desde un principio fueron pensados como una serie de minifestivales que debían celebrarse al aire libre en grandes espacios abiertos. En el caso de Barcelona el recinto elegido fue el denominado “Parc del Fòrum”. Para el que no conozca la Ciudad Condal, simplemente decir que el “Parc del Fòrum” es una enorme explanada de cemento ubicada donde Cristo perdió la alpargata que, debido a su proximidad con una planta depuradora de agua, huele a cloaca de una forma insoportable. La única manera de llegar a dicho lugar desde el centro de Barcelona o desde cualquier zona del área metropolitana, haciendo uso del transporte público, es mediante el tranvía o a través de un tramo de la Línea 4 de metro, actualmente anulado por obras. Pese a que el tramo de metro anulado ha sido reemplazado por un servicio especial de autobuses, cualquiera se puede imaginar que ni la velocidad ni la periodicidad del metro y del autobús son las mismas, con lo cual, cuando se celebra algún evento multitudinario en el Fòrum como lo fue el del pasado día 28 de Julio, el servicio se colapsa y se hace muy difícil llegar, pero mucho más salir, puesto que el tranvía no funciona durante toda la noche. Como imagino que habrá que darle uso de la forma que sea a toda aquella infraestructura para justificar la pasta invertida en el año 2005 con motivo de la celebración del “Fòrum de les Cultures”, pues tendremos que ir acostumbrándonos a que se celebren macroconciertos allí, a pesar de disponer en la ciudad de un estadio olímpico de putísima madre, con mejores accesos y mucho mejor comunicado con cualquier parte de Barcelona. Agradezcámosle pues los descomunales pitotes que se forman cada vez que hay un concierto por aquella zona al ex–alcalde Joan Clos, promotor de toda la pantomima del Fòrum de los cojones.
Una vez allí, nada más entrar y dejando el mar al frente, uno se encontraba a mano derecha un escenario flanqueado por dos enormes banderolas con las esfinges de Calamaro y Fito, y a mano izquierda unas pequeñas gradas con algunos puestos de repostería y merchandising al lado. La verdad es que el recinto se adaptaba perfectamente a las necesidades del evento: Gran espacio al aire libre con diversas casetas de bebidas y bocadillos para aguantar las más de dos horas de espera desde la apertura de puertas hasta el inicio del concierto, y las cuatro horas de duración del propio espectáculo. Una de las cosas más curiosas de toda la infraestructura que se montó era que para poder tomar una cerveza primero había que pasar por una garita en la que se compraban unas fichas de plástico (al más puro estilo autos de choque de feria). Cada una de estas fichas llevaba grabadas la cara de Calamaro o de Fito por un lado, y el logotipo de Motorola (patrocinador omnipresente del evento) por el otro. Después de adquirir estas fichas ya se podía pasar por la barra para canjearlas por las correspondientes consumiciones. Los bien pensados podrán pensar que esto se hace así para centralizar la recaudación en un único lugar y ahorrar complicaciones con cobros y devoluciones de cambio a los camareros. Los mal pensados (como yo) pensarán que esto se hace así para que los fans más coleccionistas compren fichas y se las guarden sin pasar por la barra para recoger su consumición, consiguiendo así dos formas diferentes de ingresar dinero, una por las bebidas y otra por los coleccionistas.
Con casi tres cuartos de hora de retraso debido al tapón que se formó en la entrada del recinto según se anunció por megafonía, sobre las 22:45 h. y con la luna llena reflejándose sobre la oscura superficie del mar, saltaban a escena Fito, sus Fitipaldis, Andrés Calamaro y los tres músicos que acompañaban al argentino, iniciando el concierto con la interpretación conjunta de “A los ojos”, “Viene y va”, “Quiero ser una estrella” y “No se puede vivir del amor”. Andrés Calamaro con un extraño modelo de Gibson Les Paul, Fito con su clásica Fender Telecaster azul, Carlos Raya y los dos guitarristas de Andrés Calamaro con sus respectivas guitarras, Candy Caramelo con el bajo, Tito Dávila y Joserra Samperena con los teclados, José “El Niño” Bruno con la batería y Javier Alzola con el saxofón y las percusiones, hacían prácticamente inaudibles las voces de Andrés y de Fito. Esto, sumado a la pésima acústica que siempre tienen los recintos al aire libre, hizo que los allí presentes no pudiéramos disfrutar al máximo de esta parte del concierto, en mi opinión la más interesante de todas por lo excepcional de poder escuchar a Andrés Calamaro cantando canciones de Fito y a Fito cantando canciones de Andrés Calamaro. A pesar de estas pequeñas deficiencias sonoras, Andrés Calamaro hizo una auténtica demostración de versatilidad vocal cantando los temas de Fito con una facilidad asombrosa y con la originalidad que siempre le ha caracterizado en las múltiples versiones que ha llegado a hacer a lo largo de su carrera. Fito cantó los temas de Calamaro de forma correcta pero sin demasiadas florituras.
Después de muchos (demasiados) abrazos, besos, achuchones y agradecimientos mutuos, Fito y parte de los Fitipaldis se retiraban del escenario. Únicamente se quedaron en su sitio Candy Caramelo y José “El Niño” Bruno, que junto al teclista Tito Dávila y a los guitarristas Julián Kanevsky y Diego García, conformarían la banda con la que Andrés Calamaro iba a desplegar su repertorio.
Los que amamos la música, las canciones y la voz de Calamaro sabemos que sus discos más gloriosos como “Alta suciedad”, “Honestidad brutal” y “El salmón” son verdaderas colecciones de canciones de estilos muy variados que poco tienen que ver la una con la otra. En un mismo álbum tan pronto podemos disfrutar de un rock como de un tango, una ranchera, una cumbia, un reggae o un bolero, y eso es precisamente lo que Andrés Calamaro hace en sus conciertos, un poco de todo. Sus seguidores agradecemos toda esta variedad porque cualquier cosa que haga Calamaro nos encanta, pero a la hora de elegir el repertorio, quizás a Andrés se le escapó el detalle de que en esta ocasión no se trataba de un concierto para su público sino de un concierto para su público y para el de Fito & Fitipaldis, posiblemente poco acostumbrados a escuchar algo que no sea rock o pop-rock. Temas como “El salmón”, “Te quiero igual”, “Crucifícame”, “Corazón en venta”, “Alta suciedad”, “Horarios esclavos”, “Canal 69” y “Paloma” fueron jaleados y obtuvieron una buena respuesta por parte de la práctica totalidad del público; pero “O.K. perdón”, “Tuyo siempre”, “Todo lo demás”, “Lo que no existe más” o “Crímenes perfectos”, la verdad es que cortaron un poco el rollo por la tristeza y pesimismo que transmiten. Es complicado tocar para un público que no es el propio, pero eligiendo mejor el repertorio quizás no se hubiera visto en la obligación de pedir disculpas por la espera a los fans más fundamentalistas y radicales de Fito & Fitipaldis. También hay que decir que es admirable que Andrés Calamaro no utilizase el recurso fácil de interpretar mayoritariamente temas de Los Rodríguez. Sorprendieron gratamente las versiones de “Loco” (fusionada con un fragmento de “Huracán”), “Hacer el tonto” (fusionada con fragmentos de “Maradona”) y “Días distintos” (con aires de cumbia y reggae, y final entre el hard-rock y el ska).
Durante toda su actuación, además de cantar, Andrés tocó la guitarra eléctrica teniendo así mucha más libertad sobre el escenario que en la pasada gira “El regreso” donde no se movió de detrás de su teclado. Aún estando en bastante peor forma física que la última vez, vocalmente continúa estando en plenitud de condiciones, lo cual hace incomprensible que no haga más giras propias en lugar de esporádicos conciertos mixtos con otros artistas como hizo el verano pasado con Ariel Rot y este con Fito & Fitipaldis.
Tras un par de bises, Fito y el resto de Fitipaldis volvían al escenario para interpretar junto a Andrés y los suyos el tema “Estadio Azteca” con el tango “Los mareados” como introducción, dando así por concluido el set de Andrés Calamaro y la primera parte del espectáculo.
Después de unos minutos de descanso, Fito & Fitipaldis tomaban el relevo de Andrés y saltaban al escenario de la misma forma que lo hicieran en el Palau Sant Jordi el pasado mes de Diciembre, interpretando su ya clásico “Un buen castigo”. A este le seguirían otros cañonazos rockanroleros como “Por la boca vive el pez” y “Como pollo sin cabeza” con los que enloquecieron los allí presentes. Las comparaciones son odiosas, pero es inevitable decir que la entrega del público durante estos primeros temas nada tuvo que ver con la respuesta ofrecida por el respetable durante algunos de los temas de Andrés Calamaro. A Fito & Fitipaldis se les notaba mucho más rodados y mejor engrasados que a Andrés, y eso también se transmite al público. De todas formas es normal puesto que los conciertos de “2 son multitud” pillaron a Fito & Fitipaldis en plena gira de promoción del álbum “Por la boca vive el pez” y los músicos están mucho más conjuntados.
“Donde todo empieza” y “Me equivocaría otra vez”, esta última con una introducción al más puro estilo David Gilmour en “Shine on your crazy diamond” con Fender Stratocaster roja incluida, serían las siguientes piezas en sonar. Tras ellas llegarían “214 Sullivan Street”, “Cerca de las vías”, su particular versión de “Deltoya” de Exremoduro y “A la luna se le ve el ombligo”, durante la cual se proyectaron por las pantallas imágenes de la luna llena que presidía el cielo de Barcelona. A continuación Fito presentaría a su banda compuesta por Carlos Raya, Javier Alzola, Joserra Samperena, Candy Caramelo y José “El Niño” Bruno, además de un personaje de nombre “Nitrato” que acompaña durante toda la gira a Fito & Fitipaldis ejerciendo de técnico de escenario, el cual se marcó un “break dance” mientras los músicos tocaban Billie Jean de Michael Jackson.
El show de Fito & Fitipaldis no podía haber finalizado de forma más apoteósica que con “La casa por el tejado”, la siempre bien recibida y coreada “Soldadito marinero” y “Acabo de llegar”, alargando esta última algo más de 8 minutos de reloj durante los cuales todos los músicos corretearon en fila india por el escenario como formando una especie de conga rockera. Llegado este punto, el escenario quedaría vacío durante unos minutos, los suficientes como para que Fito y los suyos descansaran antes de encender la traca final, y durante los cuales Calamaro no pararía de lanzar al público desde el "back-stage" peticiones de “ruido”.
Cinco minutos después, de igual forma que al inicio del concierto, todos los músicos volvían al escenario dando las gracias a Barcelona por su entrega y arrancando el último bloque de canciones compuesto por “Me arde” (fusionada con una versión del clásico de los Rolling Stones “Dead flowers” cantado en castellano), “Whisky barato”, “Medalla de cartón” (que para mí fue el mejor tema del concierto) y, como brillante colofón, la clásica “Flaca” coreada por las 32.298 almas allí presentes.
Tras una larga y verdaderamente emocionante despedida en la cual todos los músicos se abrazaron, se besaron, bailaron unos con otros y en la que incluso Calamaro se llegó a echar al hombro a Fito como si de un muñegote se tratase, a las 2 y pico de la madrugada, cuatro horas después de su comienzo, el espectáculo llegaba a su fin. Sinceramente fue una noche inolvidable pero un tanto pesada por la cantidad de horas que nos vimos obligados a permanecer de pie. A pesar de todo, y con la serenidad que da explicar las cosas un mes después de que hayan sucedido, desde aquí no tengo más que decir que todo el sacrificio valió muchísimo la pena por todo lo vivido durante aquella velada. De todas formas yo personalmente me sigo cagando en el puto “Fòrum”.
Rubén (El Artista Multimedia del Bajo Aragón)
Los conciertos de “2 son multitud”, la gira conjunta de Andrés Calamaro y Fito & Fitipaldis organizada, a priori, para reivindicar el rock en castellano, desde un principio fueron pensados como una serie de minifestivales que debían celebrarse al aire libre en grandes espacios abiertos. En el caso de Barcelona el recinto elegido fue el denominado “Parc del Fòrum”. Para el que no conozca la Ciudad Condal, simplemente decir que el “Parc del Fòrum” es una enorme explanada de cemento ubicada donde Cristo perdió la alpargata que, debido a su proximidad con una planta depuradora de agua, huele a cloaca de una forma insoportable. La única manera de llegar a dicho lugar desde el centro de Barcelona o desde cualquier zona del área metropolitana, haciendo uso del transporte público, es mediante el tranvía o a través de un tramo de la Línea 4 de metro, actualmente anulado por obras. Pese a que el tramo de metro anulado ha sido reemplazado por un servicio especial de autobuses, cualquiera se puede imaginar que ni la velocidad ni la periodicidad del metro y del autobús son las mismas, con lo cual, cuando se celebra algún evento multitudinario en el Fòrum como lo fue el del pasado día 28 de Julio, el servicio se colapsa y se hace muy difícil llegar, pero mucho más salir, puesto que el tranvía no funciona durante toda la noche. Como imagino que habrá que darle uso de la forma que sea a toda aquella infraestructura para justificar la pasta invertida en el año 2005 con motivo de la celebración del “Fòrum de les Cultures”, pues tendremos que ir acostumbrándonos a que se celebren macroconciertos allí, a pesar de disponer en la ciudad de un estadio olímpico de putísima madre, con mejores accesos y mucho mejor comunicado con cualquier parte de Barcelona. Agradezcámosle pues los descomunales pitotes que se forman cada vez que hay un concierto por aquella zona al ex–alcalde Joan Clos, promotor de toda la pantomima del Fòrum de los cojones.
Una vez allí, nada más entrar y dejando el mar al frente, uno se encontraba a mano derecha un escenario flanqueado por dos enormes banderolas con las esfinges de Calamaro y Fito, y a mano izquierda unas pequeñas gradas con algunos puestos de repostería y merchandising al lado. La verdad es que el recinto se adaptaba perfectamente a las necesidades del evento: Gran espacio al aire libre con diversas casetas de bebidas y bocadillos para aguantar las más de dos horas de espera desde la apertura de puertas hasta el inicio del concierto, y las cuatro horas de duración del propio espectáculo. Una de las cosas más curiosas de toda la infraestructura que se montó era que para poder tomar una cerveza primero había que pasar por una garita en la que se compraban unas fichas de plástico (al más puro estilo autos de choque de feria). Cada una de estas fichas llevaba grabadas la cara de Calamaro o de Fito por un lado, y el logotipo de Motorola (patrocinador omnipresente del evento) por el otro. Después de adquirir estas fichas ya se podía pasar por la barra para canjearlas por las correspondientes consumiciones. Los bien pensados podrán pensar que esto se hace así para centralizar la recaudación en un único lugar y ahorrar complicaciones con cobros y devoluciones de cambio a los camareros. Los mal pensados (como yo) pensarán que esto se hace así para que los fans más coleccionistas compren fichas y se las guarden sin pasar por la barra para recoger su consumición, consiguiendo así dos formas diferentes de ingresar dinero, una por las bebidas y otra por los coleccionistas.
Con casi tres cuartos de hora de retraso debido al tapón que se formó en la entrada del recinto según se anunció por megafonía, sobre las 22:45 h. y con la luna llena reflejándose sobre la oscura superficie del mar, saltaban a escena Fito, sus Fitipaldis, Andrés Calamaro y los tres músicos que acompañaban al argentino, iniciando el concierto con la interpretación conjunta de “A los ojos”, “Viene y va”, “Quiero ser una estrella” y “No se puede vivir del amor”. Andrés Calamaro con un extraño modelo de Gibson Les Paul, Fito con su clásica Fender Telecaster azul, Carlos Raya y los dos guitarristas de Andrés Calamaro con sus respectivas guitarras, Candy Caramelo con el bajo, Tito Dávila y Joserra Samperena con los teclados, José “El Niño” Bruno con la batería y Javier Alzola con el saxofón y las percusiones, hacían prácticamente inaudibles las voces de Andrés y de Fito. Esto, sumado a la pésima acústica que siempre tienen los recintos al aire libre, hizo que los allí presentes no pudiéramos disfrutar al máximo de esta parte del concierto, en mi opinión la más interesante de todas por lo excepcional de poder escuchar a Andrés Calamaro cantando canciones de Fito y a Fito cantando canciones de Andrés Calamaro. A pesar de estas pequeñas deficiencias sonoras, Andrés Calamaro hizo una auténtica demostración de versatilidad vocal cantando los temas de Fito con una facilidad asombrosa y con la originalidad que siempre le ha caracterizado en las múltiples versiones que ha llegado a hacer a lo largo de su carrera. Fito cantó los temas de Calamaro de forma correcta pero sin demasiadas florituras.
Después de muchos (demasiados) abrazos, besos, achuchones y agradecimientos mutuos, Fito y parte de los Fitipaldis se retiraban del escenario. Únicamente se quedaron en su sitio Candy Caramelo y José “El Niño” Bruno, que junto al teclista Tito Dávila y a los guitarristas Julián Kanevsky y Diego García, conformarían la banda con la que Andrés Calamaro iba a desplegar su repertorio.
Los que amamos la música, las canciones y la voz de Calamaro sabemos que sus discos más gloriosos como “Alta suciedad”, “Honestidad brutal” y “El salmón” son verdaderas colecciones de canciones de estilos muy variados que poco tienen que ver la una con la otra. En un mismo álbum tan pronto podemos disfrutar de un rock como de un tango, una ranchera, una cumbia, un reggae o un bolero, y eso es precisamente lo que Andrés Calamaro hace en sus conciertos, un poco de todo. Sus seguidores agradecemos toda esta variedad porque cualquier cosa que haga Calamaro nos encanta, pero a la hora de elegir el repertorio, quizás a Andrés se le escapó el detalle de que en esta ocasión no se trataba de un concierto para su público sino de un concierto para su público y para el de Fito & Fitipaldis, posiblemente poco acostumbrados a escuchar algo que no sea rock o pop-rock. Temas como “El salmón”, “Te quiero igual”, “Crucifícame”, “Corazón en venta”, “Alta suciedad”, “Horarios esclavos”, “Canal 69” y “Paloma” fueron jaleados y obtuvieron una buena respuesta por parte de la práctica totalidad del público; pero “O.K. perdón”, “Tuyo siempre”, “Todo lo demás”, “Lo que no existe más” o “Crímenes perfectos”, la verdad es que cortaron un poco el rollo por la tristeza y pesimismo que transmiten. Es complicado tocar para un público que no es el propio, pero eligiendo mejor el repertorio quizás no se hubiera visto en la obligación de pedir disculpas por la espera a los fans más fundamentalistas y radicales de Fito & Fitipaldis. También hay que decir que es admirable que Andrés Calamaro no utilizase el recurso fácil de interpretar mayoritariamente temas de Los Rodríguez. Sorprendieron gratamente las versiones de “Loco” (fusionada con un fragmento de “Huracán”), “Hacer el tonto” (fusionada con fragmentos de “Maradona”) y “Días distintos” (con aires de cumbia y reggae, y final entre el hard-rock y el ska).
Durante toda su actuación, además de cantar, Andrés tocó la guitarra eléctrica teniendo así mucha más libertad sobre el escenario que en la pasada gira “El regreso” donde no se movió de detrás de su teclado. Aún estando en bastante peor forma física que la última vez, vocalmente continúa estando en plenitud de condiciones, lo cual hace incomprensible que no haga más giras propias en lugar de esporádicos conciertos mixtos con otros artistas como hizo el verano pasado con Ariel Rot y este con Fito & Fitipaldis.
Tras un par de bises, Fito y el resto de Fitipaldis volvían al escenario para interpretar junto a Andrés y los suyos el tema “Estadio Azteca” con el tango “Los mareados” como introducción, dando así por concluido el set de Andrés Calamaro y la primera parte del espectáculo.
Después de unos minutos de descanso, Fito & Fitipaldis tomaban el relevo de Andrés y saltaban al escenario de la misma forma que lo hicieran en el Palau Sant Jordi el pasado mes de Diciembre, interpretando su ya clásico “Un buen castigo”. A este le seguirían otros cañonazos rockanroleros como “Por la boca vive el pez” y “Como pollo sin cabeza” con los que enloquecieron los allí presentes. Las comparaciones son odiosas, pero es inevitable decir que la entrega del público durante estos primeros temas nada tuvo que ver con la respuesta ofrecida por el respetable durante algunos de los temas de Andrés Calamaro. A Fito & Fitipaldis se les notaba mucho más rodados y mejor engrasados que a Andrés, y eso también se transmite al público. De todas formas es normal puesto que los conciertos de “2 son multitud” pillaron a Fito & Fitipaldis en plena gira de promoción del álbum “Por la boca vive el pez” y los músicos están mucho más conjuntados.
“Donde todo empieza” y “Me equivocaría otra vez”, esta última con una introducción al más puro estilo David Gilmour en “Shine on your crazy diamond” con Fender Stratocaster roja incluida, serían las siguientes piezas en sonar. Tras ellas llegarían “214 Sullivan Street”, “Cerca de las vías”, su particular versión de “Deltoya” de Exremoduro y “A la luna se le ve el ombligo”, durante la cual se proyectaron por las pantallas imágenes de la luna llena que presidía el cielo de Barcelona. A continuación Fito presentaría a su banda compuesta por Carlos Raya, Javier Alzola, Joserra Samperena, Candy Caramelo y José “El Niño” Bruno, además de un personaje de nombre “Nitrato” que acompaña durante toda la gira a Fito & Fitipaldis ejerciendo de técnico de escenario, el cual se marcó un “break dance” mientras los músicos tocaban Billie Jean de Michael Jackson.
El show de Fito & Fitipaldis no podía haber finalizado de forma más apoteósica que con “La casa por el tejado”, la siempre bien recibida y coreada “Soldadito marinero” y “Acabo de llegar”, alargando esta última algo más de 8 minutos de reloj durante los cuales todos los músicos corretearon en fila india por el escenario como formando una especie de conga rockera. Llegado este punto, el escenario quedaría vacío durante unos minutos, los suficientes como para que Fito y los suyos descansaran antes de encender la traca final, y durante los cuales Calamaro no pararía de lanzar al público desde el "back-stage" peticiones de “ruido”.
Cinco minutos después, de igual forma que al inicio del concierto, todos los músicos volvían al escenario dando las gracias a Barcelona por su entrega y arrancando el último bloque de canciones compuesto por “Me arde” (fusionada con una versión del clásico de los Rolling Stones “Dead flowers” cantado en castellano), “Whisky barato”, “Medalla de cartón” (que para mí fue el mejor tema del concierto) y, como brillante colofón, la clásica “Flaca” coreada por las 32.298 almas allí presentes.
Tras una larga y verdaderamente emocionante despedida en la cual todos los músicos se abrazaron, se besaron, bailaron unos con otros y en la que incluso Calamaro se llegó a echar al hombro a Fito como si de un muñegote se tratase, a las 2 y pico de la madrugada, cuatro horas después de su comienzo, el espectáculo llegaba a su fin. Sinceramente fue una noche inolvidable pero un tanto pesada por la cantidad de horas que nos vimos obligados a permanecer de pie. A pesar de todo, y con la serenidad que da explicar las cosas un mes después de que hayan sucedido, desde aquí no tengo más que decir que todo el sacrificio valió muchísimo la pena por todo lo vivido durante aquella velada. De todas formas yo personalmente me sigo cagando en el puto “Fòrum”.
Rubén (El Artista Multimedia del Bajo Aragón)
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