jueves, junio 15, 2006

Andrés Calamaro en el Palacio de Congresos: alma de argentino y de cantor (Granada 14/06/2006)

Andrés Calamaro estrenó en el Palacio de Congresos de Granada los tangos de ‘Tinta roja’, el disco con el que da su última pirueta artística. Los fieles (los que tuvieron dinero suficiente, se entiende) no perdieron la oportunidad de ovacionar al nombre más laureado de la mitología roquera hispana del último decenio.

No le faltó arropo en el kilómetro cero de este nuevo rumbo, en el que Calamaro canta ‘a pelo’ y al son de un quinteto de incalculables posibilidades. Y es que, superado el empacho de ‘El salmón’ (2000), el argentino camina con pasos cada vez más firmes por la canción popular latina, un terreno que le es congénito.

Poco a poco se ha ido reconciliando con la vida terrenal, y ahora experimenta los síntomas del elixir de la ilusión. Si es cuestión de renovarse o morir, aquí tenemos un ejemplo de lo primero llevado a la práctica con el corazón. Porque su apuesta consiste en emocionar, y no hay manifiestos sentimentales tan armoniosamente profundos y elaborados como los que retienen los legados de Carlos Gardel, Aníbal Troilo o Enrique Cadícamo.

La fórmula de los textos sublimes funciona con la tímbrica de Calamaro, que siempre suena a verdad arrabalera. Además, es de agradecer el esfuerzo del cantante cuando focaliza todo su ímpetu en el arrastre de sus cuerdas vocales. En ese sentido, Granada fue un examen para él. Aunque no deja de extrañar ver a ‘Andrelo’ sentado y sin tocar un instrumento durante todo un recital.

Pero tan enjundioso cancionero no sería igual sin el grupo de ‘all stars’ que graban y viajan con el ex Los Rodríguez. En especial por Niño Josele, que es la alfombra musical básica con su guitarra flamenca adaptada al Río de la Plata. José Reinoso, el uruguayo, imprime un pulso ‘jazzístico’ lleno de colorido y reverberaciones criollas. Alain Pérez se apodera de los crescendos con su bajo eléctrico, tal y como sella su presencia en ‘El cantante’ (2004). Y la armónica de Antonio Serrano culebrea melodiosa y virtuosamente como si de un Toots Thielemans de las Américas se tratase: puro frenesí.

Lo cierto es que las que agitan el gallinero son ‘Estadio Azteca’, ‘La libertad’ o ‘Las oportunidades’. Es decir, las más... “suyas”. Pero puede que Calamaro pase a la historia (otra vez) por este ejercicio austero, grande, natural y universal. Porque su osadía deviene en taumaturgia bonaerense.

Eduardo Tébar

1 Comments:

  • Hello.
    He podido escuchar el disco "Tinta Roja" y no me parece bueno, creo que su voz no le ayuda, en todo caso esperar que saque un nuevo disco de rock.
    Bye.

    By Blogger Andrew, at 7:03 p. m.  

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