Concierto de New Cool Collective (Granada 23/11/2007)
New Cool Collective: ‘Boogacool’
La nutrida formación de New Cool Collective ofreció en Granada un concierto de esos que dejan huella y crean afición. En su caso, devoción por el jazz de aliento étnico, bifurcado hacia el Sur por los vestigios afro-latinos. Y parece mentira que unos holandeses estén dando la vuelta al globo para ofrecer lecciones de negritud. El octeto de Ámsterdam, elegante y de etiqueta, pasó por el Boogaclub como un vendaval ábrego. Durante más de dos horas, repasaron gran parte del repertorio que les ha hecho famosos por todo el mundo en los últimos 15 años y que ahora patentan en ‘Big Band live’ tras ganarse el respeto del ultracopiado baterista Tony Allen –quien le otorgó el ‘beat’ al afrobeat, según los expertos–.
En verdad, la música de estos centroeuropeos suena contagiada por una fuerte resistencia rítmica –tres percusiones, y a veces incluso más–, que les entronca con la reiteración negra del groove. Mucho boogaloó y tildes latinas que rallan el ‘son cuero’ de Ray Barretto. El saxofonista, Benjamin Herman, ofició de líder, maestro de ceremonias y vocalista ocasional con esmerado acento ‘felakutiano’. De esta manera, el baile estaba asegurado, aunque resulte incomprensible que se habilitaran mesas y sillas justo enfrente del escenario. Con tal riqueza de metales, bajo ubicuo, guitarra afilada y compás en pulso, la pista se vio invadida por los del picor en los pies. Un espectáculo que puso broche dorado a un ciclo paralelo –‘New Jazz Experiencie’– a la altura del cartel grueso del Festival Internacional de Jazz de Granada. Ah, y el Boogaclub lleno hasta la bandera. Cosa que, por cierto, no hubo.
Eduardo Tébar
La nutrida formación de New Cool Collective ofreció en Granada un concierto de esos que dejan huella y crean afición. En su caso, devoción por el jazz de aliento étnico, bifurcado hacia el Sur por los vestigios afro-latinos. Y parece mentira que unos holandeses estén dando la vuelta al globo para ofrecer lecciones de negritud. El octeto de Ámsterdam, elegante y de etiqueta, pasó por el Boogaclub como un vendaval ábrego. Durante más de dos horas, repasaron gran parte del repertorio que les ha hecho famosos por todo el mundo en los últimos 15 años y que ahora patentan en ‘Big Band live’ tras ganarse el respeto del ultracopiado baterista Tony Allen –quien le otorgó el ‘beat’ al afrobeat, según los expertos–.
En verdad, la música de estos centroeuropeos suena contagiada por una fuerte resistencia rítmica –tres percusiones, y a veces incluso más–, que les entronca con la reiteración negra del groove. Mucho boogaloó y tildes latinas que rallan el ‘son cuero’ de Ray Barretto. El saxofonista, Benjamin Herman, ofició de líder, maestro de ceremonias y vocalista ocasional con esmerado acento ‘felakutiano’. De esta manera, el baile estaba asegurado, aunque resulte incomprensible que se habilitaran mesas y sillas justo enfrente del escenario. Con tal riqueza de metales, bajo ubicuo, guitarra afilada y compás en pulso, la pista se vio invadida por los del picor en los pies. Un espectáculo que puso broche dorado a un ciclo paralelo –‘New Jazz Experiencie’– a la altura del cartel grueso del Festival Internacional de Jazz de Granada. Ah, y el Boogaclub lleno hasta la bandera. Cosa que, por cierto, no hubo.
Eduardo Tébar
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